Por Caridad Jiménez.
La Educación espiritual comienza con educar desde el amor para una verdadera libertad de los niños y adultos, que hoy se hace rigurosamente necesaria ante el materialismo imperante y la falta de bondad, verdad y belleza.
Muchos autores de elevado desarrollo espiritual han dicho ya antes, que el auténtico cambio social viene con la transformación de uno mismo. Lo importante y realmente evolutivo a nivel individual, comienza con la autoeducación y la educación de nuestros hijos y de nuestros alumnos.
Para que una educación sea verdaderamente integral, y pueda llevarnos a la libertad, (entendida ésta como la superación del egocentrismo), debe atender a cuatro aspectos fundamentales del ser humano. Por un lado, hay que atender la parte física dándole al cuerpo una alimentación sana, mantenerlo suficientemente hidratado, darle calor cuando hace frío y fresco cuando hace calor, dormir y descansar bien, etc. Por otro lado, atender lo vital es estar en contacto con la naturaleza y, tener un ritmo diario acorde con los ritmos biológicos del día y la noche, de la semana, de los meses y de los años con sus cuatro estaciones, haciendo las comidas todos los días a la misma hora, con alimentos saludables, a ser posible biológicos de temporada, acostándose temprano y durmiendo las horas necesarias para despertar bien descansados al amanecer, tener durante la vigilia, actividades de concentración que alternen con las de expansión, en fin, todo lo relacionado con hábitos sanos en un ritmo diario, llevado por los adultos con autodisciplina y dominio del tiempo. En tercer lugar, el alma también debe ser cuidada y bien alimentada con impresiones sanas que generen emociones y sentimientos sanos. Para cuidar nuestro mundo anímico, necesitamos tener o desarrollar, (si aún no se tiene como es el caso de los niños), el poder de autonomía en el pensar, en el sentir y en el hacer; cualidades del alma, que vive en la polaridad, entre las simpatías y antipatías, y que se van limando con la práctica de la Euritmia. Cuando el adulto se auto educa observando sus propios errores con el auténtico propósito de mejorar, está avanzando hacia el encuentro de un equilibrio emocional, hacia la ecuanimidad. En este punto, es de vital importancia también el contacto directo y silencioso con la naturaleza, pues el reino vegetal posee un aura pura que tiene el poder de transformar el alma humana que se aquieta y la escucha, aportándole paz interior.
Los infantes, que aún viven en el asombro y la veneración sana por la belleza de la naturaleza, que pueden moverse y sentirse inmersos en ella, que vivencian las imágenes de la realidad física y no las imágenes de lo virtual, tienen un potencial anímico todavía intacto, que es la semilla a través de la cual, una educación en el conocimiento propio, pueda brotar, crecer en una firme vertical, madurar en la seguridad y confianza en sí misma, y en la consciencia universal, divina, y dar frutos sanos que alimenten sanamente el alma de la humanidad.
Para ello, los niños necesitan estar rodeados de adultos responsables y comprometidos, que les proporcionen todo esto y que sean ejemplo de seguridad, confianza, orden, organización y por supuesto, de amor.
En cuarto lugar, también vive en el ser humano una necesidad espiritual que es de esencial importancia alimentar y satisfacer, se trata del sentimiento de pertenencia. La necesidad de pertenecer, por un lado, a una familia y a una comunidad en la Tierra, que nos cuida y arropa, y por otro lado, el sentimiento de pertenecer a algo más grande, a un todo. La necesidad de encontrarle sentido a la vida. Intuir cuál es nuestra misión en la Tierra. Esto nos lleva al cuidado de nuestro planeta como tal, y al cuidado y respeto de y por la evolución del Cosmos en general. Se trata de la mirada al Cielo y a la Tierra, a las Estrellas, a las flores… con una pregunta existencial; se trata de la confianza en el Universo, en la Consciencia divina que lo mueve en orden y armonía, como también mueve a nuestros órganos internos para vivir con salud o encontrar la recuperación cuando ésta falta.
El ritmo de nuestra respiración, el movimiento pulsátil de nuestro corazón, el fluir de nuestra sangre por todo el cuerpo, la organización y función de nuestros órganos… todo esto es sonido, ritmo, color, vibración, movimiento, es vida vibrante… funcionando más allá de nuestra consciencia.
En la clase de Euritmia, cada niño (por imitación) o adulto se hace responsable de su movimiento individual, aportando una cualidad distinta y especial al movimiento grupal en orden y armonía, encarnando en la propia piel al sonido, al ritmo, al color, al movimiento ordenado, que nos hacen respirar al unísono, en un lenguaje común, un lenguaje que nos da respuesta al sentido de nuestra vida.
La práctica continuada de la Euritmia, va organizando nuestro ser para poder llevar una vida saludable en todos los aspectos citados con anterioridad, trayendo al adulto consciencia moral y la paz interior, que tanto necesitan ver en nosotros, los niños y, proporcionándonos un camino de conocimiento propio a través del movimiento meditativo y el juego, que va ampliando la consciencia de diversidad en la unidad.
De esta manera las individualidades y familias, cada una con sus creencias religiosas o no creencias, son respetadas y acogidas en este movimiento eurítmico, en este lenguaje que nos habla de la espiritualidad universal del amor.
Autora: Caridad Jiménez, profesora especialista de Euritmia de la Escuela Internacional Waldorf Sevilla Girasol.
Fuentes de inspiración:
– “Euritmia, Arte del Movimiento”, Editorial Antroposófica. Autor: Rudolf Steiner.
– “Euritmia, Lenguaje visible del Alma”, Editorial Rudolf Steiner. Autor: R. Steiner.
– “La educación espiritual de los niños”, Editorial Estaciones. Autores: J.G. Bennett, C.J. Williams, Dr. M. Montessori, Rev. A. Bittleston, Dr. A.I. Polack, Dr. Maung Ji, Padre H. S. Thwaites.
– “El Reino de Dios”, Editoriales Mirach S.L. y Rudolf Steiner. Autor: Georg Kühlewind.
– “El Hombre, Sinfonía de la Palabra creadora”, EditorialAntroposófica. Autor: R. Steiner.