El pescador de Ma Yuan
“ Bajo las nubes navegan las aves
bajo las olas vuelan los peces
y en medio reposa el pescador.
Las olas se vuelven altas nubes
las nubes se vuelven altas olas
y en medio reposa el pescador”
Lucebert
Al llegar por la mañana, los niños de infantil entran a la escuela y, con sus confiados pasitos entre el sueño y el despertar, se asoman a la puerta de su aula y con una rápida mirada a su alrededor TANTEAN si todo está como el día anterior: los juguetes en sus estanterías, los caballitos balancines cerca de la puerta, la cocinita limpia y ordenada, la camita suave y acogedora.
Otro día ha pasado y los niños, reconfortados, su misma “casa” han encontrado, acogidos por el mismo cálido y alegre «Buenos días” de la maestra.
A partir de este momento, los niños ya pueden dedicarse a jugar, saltar, correr, ponerse coronas y capas, construir casas, puentes, torres y coches, montar un teatrillo, cantar, tirar y rodar pelotas, cabalgar en el pasillo con el caballo de palo, usar el colchón como un tobogán, rodar ellos mismos por el suelo….
Este inagotable tantear, este palpitante palpar, este valiente sellar es la manera con la cual el niño percibe a si mismo, halla a si mismo a través del CONTACTO con su entorno: gracias al permanecer en el mismo lugar ( la misma aula y el mismo jardín), con el mismo maestro, con las mismas rutinas ( diarias, semanales,anuales) el niño pone su huella individual a todo lo que le rodea, ENCONTRANDO A SI MISMO y construyendo su casa: “Aquí estoy yo, aquí me encuentro yo: todo a mi alrededor habla de mi!”.
Esto es lo que vive el niño cuando se siente en su propio lugar: vivencia BIENESTAR, protección, seguridad, CERTIDUMBRE y confianza. Las vivencias táctiles, que son experiencias del LÍMITE, DELIMITAN al niño, DIBUJAN su figura, ASIENTAN sus pies, LIBERAN sus manos, despiertan su ser pudiendo así él AUTOPERCIBIRSE, pudiendo saber dónde y cómo está. En este continuo movimiento de presión y contrapresión entre el niño y su entorno, empieza a surgir una pequeña comunidad, la futura comunidad de los amigos, con sus leyes de convivencia : “aquí estoy yo, allí estás tú, allí estás tú y aquí estoy yo”, “esta es mi silla, aquella es la tuya”, “me gusta que juegues conmigo, no me gusta que me empujes”; “por favor devuélveme mi juguete, muchas gracias por darme mi juguete”… LAS PALABRAS entre los niños SON TAMBIÉN ÓRGANOS DE TACTO para que cada uno sienta a si mismo y perciba, respetando, el espacio del otro: las palabras miden y construyen espacios . Por esto el maestro cuida el sentido, el tono, el color y la fuerza modeladora de su habla y la de los niños.
Dice Novalis en sus “Fragmentos”: Tocar es a la vez separarse y anudar vínculos.
En un ambiente de así clara organización espacial y rítmica (a través de las rutinas), el niño puede vivenciar otra fuente de salud que es el ser acogido y atendido con calor: el calor de la maestra, el calor del ambiente, el calor de las palabras, el calor de los gestos, el calor de los materiales naturales como lana y cera, el calor de un masaje a las manos y a los pies en los días fríos del invierno, el calor que el niño puede sentir cuando todo el trabajo diario en la clase está impregnado de entusiasmo, de alegría, de devoción, admiración y conocimiento del niño. En mi tierra se dice que “ Non c’é casa senza un focolare”, o sea que sin el calor del hogar no puede haber ninguna casa”.
“¿Qué hace el niño en cuanto haya vuelto a encontrar otra vez su mismo hogar en la escuela?” Explorar, saltar, subir y bajar escalera, mover los juguetes de un lado a otro, apilar sillas, construir torres, jugar a la cocinita…. A través de su libre moverse, el niño comprende e imita el mundo que lo rodea. Por otra parte, aprende a disponer de su cuerpo y de cada segmento de su cuerpo de manera siempre más ágil, hábil y equilibrada: el movimiento libre permite al niño enfrentarse ALEGREMENTE a los obstáculos que va encontrando día a día y superarlos generando una postura corporal equilibrada, un tono muscular adecuado y formando una viva imagen de su cuerpo. El movimiento libre permite al niño crear la única relación saludable con su entorno que es aquella que SURGE DE SI MISMO, de sus recursos, de su peculiar mirada hacía el entorno, de su fantasía creadora, de SU INTERIOR INICIATIVA. Como goza el niño cuando ha logrado saltar un escalón más, cuando ha logrado subir SOLO la cremallera de su chaquetón, cuando puede llevar a la cocina su plato y encima de él el vaso!!!!!! Moviéndose y percibiendo sus movimientos, el niño participa del mismo juego de fuerzas y equilibrio que hay a su alrededor, que hay en el mundo. Moviéndose, el niño aprende a coger los objetos, aprende a andar, correr, saltar y trepar y, también, a TRASFORMAR lo que lo rodea modelando, tejiendo, amasando, horneando en un infinito juego de hacer y deshacer de formas y movimientos, de desequilibrios y equilibrios, de caos y armonía .
Dice Karl Koenig ”El número de destrezas que se adquieren en la sinergia gracias al sentido del movimiento propio va en constante aumento, y, cuando el alma del niño vive en este despliegue de sus facultades motoras, la satura un solo sentimiento: la alegría. El sentido cinético es la madre de la alegría”.
MOVERSE y JUGAR son los alimentos y los recursos imprescindibles para que la niñez sea niñez y para que cada niño desarrolle integralmente su ser.
«Lo que nos hace serenos y felices es la mera actividad y el juego de los niños es la manifestación de una actividad muy seria» Jean Paul
Autora: Diana Miraval. Maestra de Infantil y Coordinadora de prácticas y voluntariado en la Escuela Internacional Waldorf Sevilla Girasol.
Bibliografía consultada:
König, K. (2015). Desarrollo y experiencia de los sentidos volitivos.
Simeon Pressel (2011). El Movimiento Es Curación.
Soesman, A. Los doce sentidos, ventanas del alma